Poemas de autores Mexicanos
febrero 25, 2015
¡Hola! Después de tantos problemas existenciales (no servia mi internet) ya estoy aquí, y ya que es Miercoles de Versos, traje algunos de los que mas me gustan y aprovechando que aun algunos tenemos esa resaca del 14 de febrero...
Espero que les gusten, hoy me puse patriota y les tengo solo poetas mexicanos.
EL SEMINARISTA DE LOS
OJOS NEGROS
Desde la ventana de
un casucho viejo
abierta en verano,
cerrada en invierno
por vidrios verdosos
y plomos espesos,
una salmantina de
rubio cabello
y ojos que parecen
pedazos de cielo,
mientas la costura
mezcla con el rezo,
ve todas las tardes
pasar en silencio
los seminaristas que
van de paseo.
Baja la cabeza, sin
erguir el cuerpo,
marchan en dos filas
pausados y austeros,
sin más nota alegre
sobre el traje negro
que la beca roja que
ciñe su cuello,
y que por la espalda
casi roza el suelo.
Un seminarista, entre
todos ellos,
marcha siempre
erguido, con aire resuelto.
La negra sotana
dibuja su cuerpo
gallardo y airoso,
flexible y esbelto.
Él, solo a
hurtadillas y con el recelo
de que sus miradas
observen los clérigos,
desde que en la calle
vislumbra a lo lejos
a la salmantina de
rubio cabello
la mira muy fijo, con
mirar intenso.
Y siempre que pasa le
deja el recuerdo
de aquella mirada de
sus ojos negros.
Monótono y tardo va
pasando el tiempo
y muere el estío y el
otoño luego,
y vienen las tardes
plomizas de invierno.
Desde la ventana del
casucho viejo
siempre sola y
triste; rezando y cosiendo
una salmantina de
rubio cabello
ve todas las tardes
pasar en silencio
los seminaristas que
van de paseo.
Pero no ve a todos:
ve solo a uno de ellos,
su seminarista de los
ojos negros;
cada vez que pasa
gallardo y esbelto,
observa la niña que
pide aquel cuerpo
marciales arreos.
Cuando en ella fija
sus ojos abiertos
con vivas y audaces
miradas de fuego,
parece decirla: —¡Te quiero!, ¡te quiero!,
¡Yo no he de ser
cura, yo no puedo serlo!
¡Si yo no soy tuyo,
me muero, me muero!
A la niña entonces se
le oprime el pecho,
la labor suspende y
olvida los rezos,
y ya vive sólo en su
pensamiento
el seminarista de los
ojos negros.
En una lluviosa
mañana de inverno
la niña que alegre
saltaba del lecho,
oyó tristes cánticos
y fúnebres rezos;
por la angosta calle
pasaba un entierro.
Un seminarista sin
duda era el muerto;
pues, cuatro,
llevaban en hombros el féretro,
con la beca roja por cima cubierto,
y sobre la beca, el
bonete negro.
Con sus voces roncas
cantaban los clérigos
los seminaristas iban
en silencio
siempre en dos filas
hacia el cementerio
como por las tardes
al ir de paseo.
La niña angustiada
miraba el cortejo
los conoce a todos a
fuerza de verlos...
tan sólo, tan sólo
faltaba entre ellos...
el seminarista de los
ojos negros.
Corriendo los años,
pasó mucho tiempo...
y allá en la ventana
del casucho viejo,
una pobre anciana de
blancos cabellos,
con la tez rugosa y
encorvado el cuerpo,
mientras la costura
mezcla con el rezo,
ve todas las tardes
pasar en silencio
los seminaristas que
van de paseo.
La labor suspende,
los mira, y al verlos
sus ojos azules ya
tristes y muertos
vierten silenciosas
lágrimas de hielo.
Sola, vieja y triste,
aún guarda el recuerdo
del seminarista de
los ojos negros...
Miguel Ramos Carrión.
Quiero ser en tu vida.
Quiero ser en tu vida algo más que un instante,
algo más que una sombra y algo más que un afán.
Quiero ser, en ti misma, una huella imborrable
un recuerdo constante y una sola verdad.
Palpitar en tus rezos con temor de abandono.
Ser, en todo y por todo, complemento de ti.
Una sed infinita de caricias y besos;
pero no una costumbre de estar cerca de mí.
Quiero ser en tu vida una pena de ausencia
un dolor de distancia y una eterna ansiedad.
Algo más que una imagen, y algo más que el ensueño
que venciendo caminos, llega, pasa y se va.
Ser el llanto en tus ojos, y en tus labios la risa.
Ser el fin y el principio, la tiniebla y la luz,
y la tierra, y el cielo; y la vida y la muerte.
Ser, igual que en mi vida, has venido a ser tu
Martín Galas Jr.
Martín Galas Jr.
Con mi soledad a solas
Amorosamente mi soledad desnuda
me cubre
como sábana de tierna sombra tibia.
Confundidos somos el orbe
donde la palabra impronunciada
construye el diálogo
que el pensamiento escucha.
Su compañía es el regazo
de un amor a oscuras
que, sobre mi piel esperanzada,
inventa la resurrección de los recuerdos.
Junto a sus ojos abro mi conciencia
y leemos los biográficos pasos
que caminan hacia atrás de nuestra historia:
fuegos fatuos, diseños, rostros, ecos,
en inquemante desfile momentáneo
que brota de los olvidos insepultos.
Estoy solo,
con mi soledad a solas,
amoldado a ella
como el vino a los muros de la copa,
y viviendo la íntima galaxia
parpadeante,
de una conversación en las tinieblas.
Elias
Nandino.
No se olviden de comentar!!
¡Un super mega beso!
Ana Victoria Medina.
1 comentarios
Muy bonitas frases :)
ResponderEliminarte sigo, saludos